BIBLIA HEBRAICA
STUTTGARTENSIA ANTIGUO PACTO
LA BIBLIA es más que un tesoro histórico o un
clásico literario para ser preservado, admirado o aplaudido. Es algo más que un
conjunto de documentos sobre cuya base puedan exaltarse talentos de hombres
doctos. LA BIBLIA es la más grande de todas las obras del Creador.
Revela su mente, expresa su voluntad y manifiesta su poder mediante palabras
que, entre otros muchos propósitos, tienen poder para quitar la muerte y sacar
a luz la vida y la inmortalidad de quien lee con fe.
No suponga
entonces el lector que tiene en sus manos un libro que el hombre hubiera podido
escribir de haber querido. Su maravillosa unidad y continuidad, y sus
predicciones cumplidas, evidencian el carácter trascendente y sobrenatural de
la Obra. Sepa, por otra parte, que tampoco es un libro que el hombre hubiera
querido escribir de haber podido, porque consistentemente habla en su contra y
sin acepción de personas, testifica contra él, exhibiendo sus rebeliones,
perversiones y fracasos.
Si con
nuestra mente adulta, en cambio, creemos vivir en un planeta visitado por D-os
hecho carne, entonces, las palabras que Él dice revisten una importancia tal,
que, al considerar el Precioso Texto, será imposible abstraernos de que el
Libro nos confronta con asuntos que exceden los límites de nuestra habitación
temporal.
Ante esta
realidad, no quien pretenda, sino quien humildemente aspire a traducir al Autor
Exacto, tiene que admitir ipso facto las limitaciones y la futilidad que
representa el depender de humanas disciplinas, y reconocer que, así como ante
el TODOPODEROSO no es posible acercarse con vanas repeticiones, tampoco ante su
PALABRA es posible hacerlo con la locuacidad de un espíritu liberal, como si se
tratara con prolegómenos y comentarios propios de diccionarios o enciclopedias.
No; ante el Libro, uno se ha de acercar con espíritu contrito, corazón hecho
alheña y postrada actitud; con fe sencilla y pies descalzos, limpios del
mundanal lodo de las filosofías humanas, pues en este caso particular, no es el
lector quien juzga al Libro, sino el Libro al lector.
BASES TEXTUALES DE LA
BIBLIA HEBRAICA STUTTGARTENSIA
La
composición que hoy conocemos como La Biblia está conformada por 66 libros (39
del AP y 27 del NP) cuyo número fue reconocido por la Iglesia Primitiva para
conformar el así llamado canon de la Escritura. Desde Job, su libro más antiguo
(1900 a.C.), hasta el Apocalipsis (90 d.C.) los libros se escribieron en hebreo
(con algunas palabras arameas) y griego koiné en un lapso de casi dos milenios.
Fueron realizados en tres continentes: Asia (Menor), África y Europa, por no
menos de 40 autores de distintos rangos sociales, oficios y profesiones, cuya
mayoría no se conoció entre sí, aunque hablaron sobre temas de extraordinaria
similitud, principalmente acerca de las cosas por venir. Cuando toda esta
diversidad de personalidades, tiempo y espacio coinciden de manera tan exacta
en el cumplimiento de sus aseveraciones, las cualidades que resaltan del Libro
son su maravillosa unidad, autoridad y trascendencia.
Ahora bien,
el lector ha de estar advertido que antes de traducir las palabras, frases y
oraciones de la Escritura, el intérprete ha de interesarse por un problema
precedente:
¿Cuál es el
texto original del pasaje? Que tal pregunta debe ser hecha ¡y contestada! obedece a dos circunstancias:
A) ningún
manuscrito original de la Biblia existe hoy, y
B) las copias
existentes difieren una de otra.
Al ser
escritos en el frágil papiro, los originales pronto se destruyeron o
extraviaron, y las copias manuscritas que existen exhiben múltiples
diferencias.
En el caso
del Nuevo Pacto, los aproximadamente 5300 manuscritos existentes, presentan
entre sí no menos de 250.000 variantes, que se acumularon durante los 14 siglos
que duró el proceso de copiado manuscrito. Sin embargo, tanto en el caso del
Antiguo Pacto como del Nuevo Pacto, los cambios introducidos, aunque numerosos
y del interés más profundo, están muy lejos de afectar la estructura doctrinal
de la Obra. Por otra parte, gracias a los hallazgos de la Arqueología Bíblica,
juntamente con los esfuerzos de la Crítica Textual, se logró, desde mediados
del siglo XIX hasta finales del siglo XX, la restauración de arquetipos muy
cercanos a los Autógrafos.
TRANSMISIÓN Y
ALTERACIÓN TEXTUAL DE LAS BIBLIAS
La historia
de los principales hechos que forjaron la alteración en manuscritos bíblicos
puede resumirse así: En los primeros días de la Iglesia Cristiana, luego que
una Epístola era enviada, o después que un Evangelio era escrito, se elaboraban
copias a fin de extender su influencia y beneficios a otras congregaciones.
Era, por
tanto, inevitable que tales copias contuvieran un relativo número de
diferencias en palabras con respecto a su original. La mayor parte de estas
divergencias surgieron por causas accidentales, tales como confundir una letra
o palabra con otra parecida. Si dos líneas paralelas de un manuscrito
comenzaban o terminaban con el mismo grupo de letras, o si dos palabras
similares se encontraban juntas en la misma línea, era fácil para el ojo del
copista saltar del primer grupo de letras al segundo, y asimismo omitir una
porción del texto. Inversamente, el escriba podría regresar del segundo al
primer grupo de letras y, sin querer, copiar una o más palabras dos veces.
Asimismo, letras que se pronunciaban de igual manera, podían llegar a ser
confundidas por los escribas oyentes.
Tales
errores eran casi inevitables dondequiera que se copiaban a mano largos
pasajes, habiendo más posibilidades de que ocurrieran si el escriba tenía vista
u oído defectuoso, si era interrumpido en su labor, o si por causa de fatiga
estaba menos atento.
Otras
divergencias surgieron de intentos deliberados por suavizar formas gramaticales
toscas, o por tratar de eliminar partes que son real o aparentemente oscuras en
el significado del texto. Algunas veces, un copista sustituía o añadía lo que
le parecía ser una palabra o forma más apropiada, quizá derivada de un pasaje
paralelo. De esta manera, durante los prime- ros años que siguieron a la
conformación del Canon del NP, surgieron centenares —si no millares— de las
llamadas variantes textuales.
TIPOS DE TEXTO USADOS
EN LAS BIBLIAS
Igualmente,
durante los primeros años de expansión de la Iglesia Cristiana, se
desarrollaron los llamados textos locales. A las nuevas congregaciones
establecidas en grandes ciudades, tales como Alejandría, Antioquía,
Constantinopla, Cartago o Roma, se les proveían copias de las Escrituras en el
estilo que era corriente en esa región. Al hacer copias adicionales, el número
de lecturas especiales e interpretaciones eran conservadas y hasta cierto punto
aumentadas, de tal manera que un tipo de texto peculiar a su región llegó a
crecer y establecerse.
El tipo de
texto Alejandrino, siendo el más antiguo, es usualmente considerado como el
mejor y más fiel en la preservación del original. Sus características son la
brevedad y la austeridad. Hasta muy recientemente, los dos principales testigos
del tipo de texto Alejandrino eran el códice Vaticano y el códice Sinaítico,
manuscritos en pergamino de mediados del siglo IV. Sin embargo, con la
aparición de importantes papiros a mediados del siglo XX, ha sido posible
inferir que el tipo de texto Alejandrino retrocede hasta principios del segundo
siglo (125 d.C.). Otros tipos de texto son el Occidental, el Cesariense y el
Bizantino. Este último es el más reciente de los tipos distintivos de texto del
Nuevo Pacto. Lo caracteriza su esfuerzo por aparecer completo y explicativo.
Los
constructores de este tipo de texto intentaron, sin duda, pulir cualquier forma
ruda del lenguaje, combinar dos o más lecturas discrepantes en una sola lectura
expandida, y armonizar pasajes paralelos divergentes. Durante el período transcurrido
entre el siglo VI hasta la invención de la imprenta en el siglo XV, el tipo de
texto Bizantino fue el de mayor circulación, el más aceptado, y el reconocido
como el texto autorizado por la Iglesia de Roma.
EL TEXTUS RECEPTUS
Paradójicamente,
el tipo de texto Bizantino fue también el que sirvió de base para las
traducciones Protestantes del Nuevo Pacto. Esta base textual griega fue editada
e impresa en 1517 por el famoso humanista Desiderio Erasmo de Rotterdam. Sus
subsecuentes ediciones fueron ampliamente difundidas, y fue aceptado como el
texto normativo para la Iglesia Protestante, el cual llegó a ser reconocido por
el nombre latino de Textus Receptus.
La obra de
Erasmo sirvió como base textual de traducción a la mayoría de los idiomas
vernáculos de Europa. Fue editada cinco veces, y más de treinta ediciones
fueron realizadas sin autorización en Venecia, Estrasburgo, Basilea, París y
otros lugares de Europa. Subsecuentes edito- res, a pesar de haber realizado un
número considerable de alteraciones arbitrarias, reprodujeron vez tras vez esta
adulterada forma de base textual griega, asegurándole una preeminencia tal,
que, hasta principios del siglo XX, llegó a aceptarse como texto normativo del
Nuevo Pacto.
Tan
supersticiosa e inapropiada ha sido su inmerecida reverencia, que los intentos
por criticarlo o enmendarlo son todavía considerados como un sacrilegio, todo
esto a pesar de que su base textual es esencialmente un ma- nojo (¡seis!) de
manuscritos tardíos (¡siglo XII!) escogidos al azar y, por lo menos en una
docena de pasajes, su lectura no está respaldada por ningún manuscrito griego
conocido hasta el presente. Aun así, este Textus Receptus ha resistido durante
casi 500 años (y aún resiste) en ser desplazado a favor de la verdadera Base
Textual Griega, y hoy, encubierto bajo su nuevo nombre de Texto Mayoritario,
trata de retomar su primacía, y sigue obstaculizando el camino de todo esfuerzo
por restaurar la genuina Palabra de D-os.
RESTAURACIÓN TEXTUAL DE
LAS VERSIONES BÍBLICAS
Durante los
siglos XVII y XVIII los eruditos recaudaron información de muchos manuscritos
griegos, pero con la excepción de dos o tres editores que tímidamente se
atrevieron a corregir algunos de los más vocingleros errores del Textus
Receptus, esta degradada forma de texto continuó siendo reimpresa edición tras
edición. No fue sino hasta la primera parte del siglo XIX, cuando a los
eruditos bíblicos se les reconoció haberse apartado totalmente del Textus
Receptus para demostrar, por comparación de manuscritos, cómo éstos se podían
retrotraer hasta sus arquetipos perdidos e inferir así su condición y
paginación.
Un profundo
movimiento en pro de la restauración del Texto Sagrado dio comienzo en la
primera mitad del siglo XIX, y mediante los esfuerzos de destacados críticos
textuales, que por razones de oportunidad es imposible mencionar ahora, se
extendió hasta nuestro tiempo. A partir de entonces se presentan ediciones de
la Biblia en sus idiomas originales y se evalúan al mismo tiempo los grandes
descubrimientos de la arqueología bíblica, en los cuales aparecieron documentos
manuscritos mucho más antiguos de aquellos que conforman el tipo de texto
Bizantino.
Gracias a
ello, ha sido posible editar el Texto Sagrado con palabras que se acercan hoy
más que nunca a las del Original. Estas bases textuales de la Biblia vienen
siendo plasmadas en las ediciones críticas de la Biblia Hebraica Stuttgartensia
(Antiguo Pacto) y del Novum Testamentum Græce (Nuevo Pacto) sobre cuyo texto se
basa principalmente esta obra. Pero aun así, no obstante la excelencia,
erudición y noble propósito que guía a estas Ediciones, es importante destacar
que el creciente número de sus revisiones denota un necesario proceso de
perfeccionamiento que obviamente el Original no necesitaría.
UNA VERSIÓN BÍBLICA PERFECTIBLE
La
inspiración verbal y plenaria de la Escritura recayó exclusivamente sobre los
Autógrafos Sagrados, su infalibilidad se limita por tanto al Texto Original, y
nunca benefició al copiado manuscrito, aunque este fuera en los idiomas
originales de la Biblia. Si esto es así, mucho menos entonces puede beneficiar
a las traducciones que de ellas se derivan, y así, la sola consideración de una
versión perfecta es imposible. Nuestro intenso (y extenso) contacto con las
labores de traducción, nos ha demostrado durante los 30 años que la obra nos ha
durado entre las manos, que es más el resultado de transpiración que el de
inspiración.
Las
Versiones, por excelentes que pretendan ser, no constituyen más que un esfuerzo
humano, personal o colegiado, por presentar en idioma vernáculo la infalible
Palabra de D-os. Ante esta realidad, surge la propuesta feliz de una versión
perfectible, que siguiendo los pasos humildes de la Crítica Textual, acepta las
limitaciones impuestas por las circunstancias, y mediante sus ediciones
críticas manifiesta su aspiración hacia una versión perfecta.
TRADUCCIÓN CONTEXTUAL
DE LA BIBLIA
El esfuerzo
por realizar una versión bajo la disciplina de traducción contextual procura
presentar al lector una versión comprensible de lo que sin duda es la obra
literaria más compleja del Universo. La exposición detallada de los postulados
de la traducción Contextual es extensa y no es posible citarlos aquí. El lector
puede referirse en cada caso a las notas a pie de página o a la sección de
Pasajes Especiales §148.
No obstante,
resumimos ahora el concepto diciendo que:
Por
traducción contextual se define inicialmente una disciplina que
(a)
enmarcada en las reglas que controlan la gramática general del lenguaje
(b) pero sin
perjuicio de la coordinación y subordinación gramatical registradas en el Texto
Sagrado
(c) trasmita toda la intención, fuerza y lucidez del Original
(d) defienda su brevedad y simplicidad
(e) preservando su pureza y
(f) respetando sus asimetrías, asperezas gramaticales y redundancias
(g) valore la riqueza de estilo literario lograda a través del tiempo, y los beneficios que de allí se derivan al retardar los cambios que corrompen el lenguaje; y finalmente
(h) refleje de manera consistente las conclusiones que por la sana exégesis y trazo contextual (cercano o remoto), surgen de la analogía y armonía espiritual latentes en toda la Escritura.
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KADOSH ISRAELITA MESIÁNICA
BRIT
HADASHA PESHITTA ARAMEA EN ESPAÑOL PDF
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RICARDO ANDRÉS PARRA RUBÍ
MALKIYEL BEN ABRAHAM