EL REINO DE KHAZARIA – JAZARÍA Y SU CONVERSIÓN AL JUDAÍSMO
“KHAGAN BULAN REY DE KHAZARIA Y LA CONVERSIÓN AL JUDAÍSMO, LA CARTA DE SCHECHTER”
Como he venido haciendo a lo largo de años en
los cuales hemos compartido estudios, análisis, reseñas, etc. Así como libros
PDF, le compartimos un fragmento del cap. IV del libro La Invención del Pueblo
Judío (2008), del historiador israelí Shlomó Sand, donde narra de los orígenes
y primeros testimonios del medieval reino de Jazaría en Asia Central, de las
vicisitudes que estuvieron implicadas en la introducción del judaísmo en dicha
zona, del influjo que como Imperio tuvo, y de su disolución final a manos de la
invasión mongola.
¿UN KAN JUDÍO? UN
EXTRAÑO IMPERIO SE LEVANTA EN EL ESTE
PARA MAYOR AMPLITUD LEA NUESTROS ANÁLISIS
INTRODUCCIÓN EL
SECRETO DE LOS EDOMITAS DESCENDIENTES DE ESAÚ
PRIMERA PARTE LA
HISTORIA DE ESAÚ ES EDOM – IDUMEA – EL MONTE DE SEIR – TEMÁN Y AMALEC 1
PARTE DE 4
SEGUNDA PARTE HERODES
I EL GRANDE LOS EDOMITAS TOMAN EL REINADO DE ISRAEL – LA DINASTÍA
HERODIANA 2 PARTE DE 4
TERCERA
PARTE HERODES
EL REY JUDEO EDOMITA QUE GOBERNÓ YISRAEL 3 PARTE DE 4
CUARTA PARTE DESENMASCARANDO A LOS FALSOS YAHUDIM – LOS
QUE DICEN SER YAHUDIM Y NO LO SON
A
mediados del siglo X, la era dorada sefardí, Hasdai Ibn Shaprut, un médico e
importante estadista en la corte del califa de Córdoba ’Abd ar-Rahman III,
escribió una carta al rey de los Jázaros, José ben-Aaron. Los rumores sobre un
gran Imperio judío lindando con Europa oriental habían llegado hasta las élites
judías del extremo occidental del continente y habían suscitado una gran
curiosidad: ¿era ése, por fin, un reino judío que no estaba subordinado a los
poderes musulmanes o cristianos?
La
carta comienza con un poema de alabanza al rey —con un acróstico compuesto por
Menahem ben-Saruq, el secretario de Hasdai y el poeta hebreo más destacado de
la península Ibérica— seguido por la presentación que el remitente hace de sí
mismo (entre otras cosas, desde luego como descendiente de los exiliados de
Jerusalén) y una descripción del reino en el que vive. DESPUÉS PASA AL TEMA
QUE LO PREOCUPABA:
«Ha habido mercaderes que me han dicho que hay un reino de judíos
llamado Alkhazar, y no les creí porque pensé que lo decían por agradarme y
establecer relaciones conmigo. Estuve confundido sobre ello hasta que llegaron
emisarios de Constantinopla con un regalo de su rey para el nuestro, y les
pregunté sobre él. Me aseguraron que era cierto, que el reino se llama Alkhazar
y que entre Constantinopla y su país había un viaje de 15 días por mar pero que
por tierra hay muchas naciones entre nosotros, y que el nombre de su rey es
José [...]. Y cuando oí eso, me invadió la fuerza y mis manos se volvieron más
fuertes y mi esperanza aumentó, y me incliné e hice reverencias al Señor del
cielo. Busqué un emisario fiel para enviarlo a vuestra tierra para encontrar la
verdad y para saludar a mi señor, el rey y a sus sirvientes, nuestros hermanos,
pero era difícil hacerlo porque la distancia es muy grande».
Hasdai continúa describiendo con detalle todas las dificultades que
suponían el enviar la carta, y finalmente hace preguntas directas: ¿de qué
tribu es el rey?; ¿se trasmite de padres a hijos, como hacían los antepasados
en la Torá?; ¿qué tamaño tiene el reino?; ¿quiénes son sus enemigos y sobre
quién gobierna?; ¿tiene prioridad la guerra sobre el Sabbath?; ¿cuál es el
clima del país?, y así sucesivamente. La curiosidad de Hasdai no tenía límites,
por lo que se disculpaba cortésmente.
No se sabe cuánto tiempo pasó hasta que llegó la respuesta del rey Jázaro, pero en una larga carta el rey José contestaba a las preguntas de Hasdai lo mejor que podía. DESCRIBIÓ SUS ORÍGENES Y LAS FRONTERAS DE SU REINO:
«Habéis preguntado de qué nación, familia y tribu somos. Sabed que somos
hijos de Jafet y de su hijo Togarma [...]. Se dice que en su tiempo mis antepasados
eran solamente unos pocos y que el Señor les concedió fuerza y audacia, y
lucharon contra muchas naciones más poderosas que ellos, y con la ayuda del
Señor los expulsaron y heredaron el país [...]. Pasaron muchas generaciones
hasta que surgió un rey cuyo nombre era Bulan, un hombre sabio y temeroso del
Señor, que puso toda su confianza en el Señor y expulsó a todos los hechiceros
e idólatras del país y vivió bajo el manto del Señor [...]. Ese rey convocó a
todos sus ministros y sirvientes y les dijo todas estas cosas. Ellos quedaron
contentos y aceptaron los juicios del rey y entraron bajo el manto de la
Shekhiná [...]. Entonces surgió un rey entre sus hijos llamado Abdías, un
hombre justo y honesto que reformó el reino y estableció la Ley en el orden apropiado,
y construyó sinagogas y seminarios y trajo a muchos de los sabios de Israel».
Con
un estilo épico y ornamentado, el rey describe la conversión al judaísmo y
enumera las razones que llevaron a sus antepasados a preferir la religión judía
frente a los otros dos monoteísmos. En un tono invadido por una fervorosa
creencia en la Torá y sus mandamientos, continúa describiendo la situación de
su reino, su tamaño, población y el poder de sus enemigos y rivales (los rusos
y los ismaelitas).
Diversos
embellecimientos y adiciones literarias a los viejos textos llevaron a algunos
investigadores a concluír que esas cartas, especialmente las respuestas del
rey, no fueron escritas en el siglo X d.C., y pudieran ser falsificaciones o
correcciones de autores musulmanes. Hay dos versiones de la carta de José, una
larga y otra corta, pero ciertos términos de la versión reducida no pertenecen
al léxico árabe, y su autor no formaba parte del mundo cultural musulmán.
Además, el distintivo uso lingüístico del hebreo bíblico indica que la carta de
Hasdai y la respuesta del rey no fueron escritas por la misma mano. La carta
del rey Jázaro probablemente fue copiada y embellecida muchas veces, pero el
núcleo de su información parece verdaderamente fiable ya que concuerda con
testimonios árabes contemporáneos; por ello no puede ser descartada como una
simple creación literaria.
En
cualquier caso, desde finales del siglo XI hay evidencias de que, a pesar de
las dificultades de las comunicaciones internacionales, por todo el mundo
intelectual judío circulaban copias de ambas cartas en varias versiones. Por
ejemplo, el rabino Yehudah al-Barzeloni, que cuestionaba la veracidad de esas
copias, comentó: «Hemos visto algunas versiones de la carta escrita por el rey
José, hijo de Aarón el sacerdote Jázaro, al rabino Rabbi Hasdai hijo de
Yitzhak, y no supimos si era auténtica o no». Sin embargo, finalmente ese agudo
investigador, que detestaba las fábulas, quedó convencido y llegó a admitir que
«los Jázaros proselitizaron y tuvieron reyes prosélitos; he oído que todo eso
está escrito en los libros de los ismaelitas que vivieron entonces y
escribieron sobre ello en sus libros». Por ello copió la carta del rey José y
citaba una parte en su propio trabajo.
Es
casi seguro que en el siglo XII el rabino Yehudah Halevi conocía esa
correspondencia. Atribuyó la conversión al judaísmo del monarca Jázaro a una
sesión de resolución de un problema monoteístico de tres aspectos. Su
descripción al comienzo de su obra Kuzari está adaptada de la carta del rey
José, con algunos cambios de estilo y detalle [1].
[1] Al comienzo del libro, Halevi dice:
«[Ello] me hizo recordar las discusiones del rabino que estudió con un rey Jázaro,
el que se convirtió al judaísmo hace unos cuatrocientos años. La historia de
este rey está bien recogida en los libros de historia», THE KUZARI: IN
DEFENSE OF THE DESPISED FAITH, NORTHVALE, 1998, P. 1.
Hay
que señalar que Rabad (el rabino Abraham ben-David), varias décadas más joven, que
Yehudah ha-Levi y uno de los padres de la Cábala en Provenza, hablando sobre
Europa oriental dijo: «Había pueblos Jázaros que proselitizaban, y su rey José
envió una carta al presidente, el rabino Hasdai ben-Shaprut, hijo de Yitzhak,
para decirle que él era seguidor del rabinato al igual que todo su pueblo».
Rabad continúa diciendo que, cuando estuvo en Tolitula [Toledo], se reunió con
estudiantes judíos que le dijeron que eran Jázaros y fieles al judaísmo
rabínico.
Mientras que las historias de los himyaritas y bereberes judaizados
fueron borradas de la conciencia general, en el caso de los Jázaros era más
difícil dejar páginas en blanco. En primer lugar, el público secular moderno
conocía el Kuzari, el tratado teológico terminado en el año 1140 por Yehudah
Halevi, una figura muy respetada de la tradición judía y una figura canónica
para la cultura sionista debido a su especial relación con la Tierra Sagrada.
En segundo lugar, había muchas evidencias históricas sobre el reino Jázaro en
fuentes árabes, persas, bizantinas, rusas, armenias, hebreas e incluso chinas.
Todas estaban de acuerdo en que era un reino poderoso, y muchas de las fuentes
también se refieren a su inesperada conversión al judaísmo.
Además, la posición histórica de ese reino y los acontecimientos que
siguieron a su ruptura habían llegado a la primera historiografía judía del
Este de Europa que batalló con ese tema durante décadas. Incluso los
reconstructores sionistas del pasado dudaron durante mucho tiempo en abordar
esa cuestión, y unos pocos intentaron investigarla con apropiada meticulosidad.
Pero, finalmente, el amplio interés por el reino Jázaro empezó a disminuír y
prácticamente se evaporó en Israel con la institucionalización de la memoria
histórica, unos diez años después de su nacimiento.
Aunque el reino medieval de los Jázaros existió en una lejana oscuridad,
y ningún teólogo de talento lo había alabado e inmortalizado como hicieron los
autores bíblicos en su momento y lugar, sin embargo, está avalado por fuentes
externas mucho más abundantes y variadas de las que existen sobre el reino de
David y Salomón. La Jazaría judía no sólo fue inconmensurablemente mayor que
cualquier reino histórico en la tierra de Judea, sino también más poderosa que
Himyar o el reino del desierto de Dihya al-Kahina.
La
historia de los Jázaros es fascinante. Comienza en el siglo IV d.C., cuando
algunas tribus nómadas acompañaron a los hunos cuando se abalanzaron sobre
Occidente. Continúa con el levantamiento de un gran Imperio en las estepas del
río Volga y en el Norte del Cáucaso, y finaliza con la invasión mongola del
siglo XIII, que barrió todas las huellas de ese extraordinario reino.
Los Jázaros
eran una coalición de poderosos clanes túrquicos o huno-búlgaros que, cuando
empezaron a asentarse, se mezclaron con los escitas que habitaban en las
montañas y estepas entre el mar Negro y el Caspio, que durante mucho tiempo se
conoció como el Mar Jázaro [2]. En su
momento de mayor esplendor, el reino englobaba a toda una variedad de tribus y
de grupos lingüísticos, alanos y búlgaros, magiares y eslavos. Los Jázaros
recaudaban impuestos de todos ellos y gobernaban una extensa masa continental
que se extendía desde Kiev en el Norte hasta la península de Crimea en el Sur y
desde el curso alto del Volga a la actual Georgia.
[2] Incluso hay una descripción de su aspecto
físico en Yaqut al-Hamawi, Kitab mu’jam al-buldan (Diccionario de los Países),
que cita Ibn Fadlan: «Los Jázaros no se parecen a los turcos. Tienen el pelo
negro y son de dos tipos: unos llamados los Kara-Jázaros [Jázaros negros], que
son morenos rayando el negro profundo como si fueran una clase de indios, y un
tipo blanco [Ak-Jázaros], que son sorprendentemente bien parecidos», CITADO
EN A. KAHANA (ED.), THE LITERATURE OF HISTORY.
A
partir del siglo VI, testimonios persas y seguidos por otros musulmanes
arrojaron luz sobre las primeras etapas de la saga Jázara. Invadieron el reino
sasánida y hostigaron a los habitantes de sus fronteras y alcanzaron la zona
alrededor de Mosul, en el actual Iraq. A comienzos del siglo VII, durante el
reinado del rey persa Cosroes II, un matrimonio con la hija del rey Jázaro
selló una alianza que permitió a los persas construir fortificaciones en los
pasos de las montañas del Cáucaso, y todavía pueden verse restos de esas
fortificaciones contra las invasiones Jázaras. Fuentes armenias y bizantinas
revelan que en los años siguientes el reino Jázaro formó una alianza con el
Imperio romano de Oriente en su lucha contra los persas, y se convirtió en un
importante factor para el equilibrio del poder en la región. El obispo armenio
del siglo VII Sebeos escribió en su Historia de Heraclio: «Ellos [los nobles
armenios] pasaron a servir al gran Kan, rey de las tierras del Norte. A las
órdenes de su rey, el Kan [...], marcharon a través del paso de Jor para ir en
ayuda del rey de Grecia».
EL KAN “KHAGAN” —EL TÍTULO DEL GOBERNANTE DE JAZARÍA—
mantuvo amplias relaciones con el Imperio bizantino. El futuro emperador
Justiniano II, quien había sido exiliado a Crimea, escapó a finales del siglo
VII al reino Jázaro donde se casó con una princesa del reino. Ella fue
rebautizada como Teodora y más tarde sería una poderosa emperatriz.
Éste
tampoco fue el único lazo matrimonial entre los dos reinos. En el siglo X el
gobernador y escritor Constantino VII Porfirogéneta escribió: «El emperador
León [III] [...] por medio del matrimonio se convirtió en aliado del Kan de Jazaría,
al aceptar a su hija como esposa [para su hijo Constantino V], avergonzando al
Imperio bizantino y a sí mismo porque con ello abandonó los preceptos de sus
antepasados y los trató con desdén».
Esa
boda no tradicional, inter-dinástica, se celebró en el año 732 d.C., y el hijo
que nació de ella se convirtió en el Emperador León IV el Jázaro. También fue
el punto álgido de las relaciones diplomáticas entre los dos poderosos reinos.
Los Jázaros triunfaron en muchas batallas para detener el avance de los
musulmanes hacia el Norte y, temporalmente, salvaron al Imperio bizantino del
amenazante cerco que hubiera precipitado su colapso.
Las
muchas batallas entre musulmanes y Jázaros fueron descritas por numerosos
cronistas árabes, que no tenían reparos en copiarse entre ellos sus obras. Ibn
al-Athir escribió que «lucharon fieramente y ambos bandos aguantaron. Luego,
los Jázaros y los turcos vencieron a los musulmanes [...]. Después de que
al-Jarrah cayera en el campo de batalla, los Jázaros codiciaron [el país] y se
adentraron muy en su interior, alcanzando Mosul». Eso sucedió en el año 730
d.C., pero la respuesta no tardó en llegar. Después de un tremendo esfuerzo
logístico y de nuevas batallas, los ejércitos árabes consiguieron repeler al
resuelto enemigo. Bajo el mando del futuro califa Marwan II incluso avanzaron
con grandes fuerzas sobre la propia Jazaría, y su condición para retirarse fue
la conversión al Islam del Kan. El soberano Jázaro aceptó y los ejércitos
árabes se retiraron a las montañas del Cáucaso, que se establecieron como la
frontera final entre Jazaría y el mundo musulmán. Como veremos, la conversión
temporal del pagano reino Jázaro no fue muy significativa, aunque muchos de los
súbditos aceptaron la fe de Mahoma.
La
mayoría de las fuentes describen el reino Jázaro como poseedor de un original
gobierno dual: un líder religioso supremo y un activo líder secular. Ahmad
ibn-Fadlan, un diplomático y escritor que en el año 912 d.C. fue enviado por el
califa al-Muqtadir al país de Bulgaria, en el Volga, atravesó Jazaría y
describió el país en sus excepcionales notas de viaje. SOBRE LOS JÁZAROS Y
SU SISTEMA POLÍTICO, ESCRIBIÓ:
«En cuanto al rey de los Jázaros, conocido como el Kan [Kagan],
solamente se le ve una vez cada cuatro meses, y a una respetuosa distancia. Se le
llama el Gran Kan, y a su segundo se le llama el Kan Bey. Este último es quien
está al mando de los ejércitos, administra el reino y cuida de él. Lanza
asaltos e incursiones y los reyes vecinos se rinden ante él. Todos los días
visita al Gran Kan, de manera deferente, mostrándose humilde y modesto ante
él».
Más
información se encuentra en la obra del cartógrafo y cronista Al-Istakhri,
escrita alrededor del año 932. Su descripción es más vívida y pintoresca:
«En
cuanto a su régimen y gobierno, su maestro recibe el nombre de Kan Jázaro, que
es más elevado que el rey de los Jázaros, aunque es el rey quien le otorga sus
poderes. Cuando quieren nombrar a un Kan, lo estrangulan con un cordón de seda
y, cuando está casi asfixiado, le preguntan: «¿Cuánto tiempo quieres reinar?».
Y él replica: «Tantos años». Si muere antes de ese plazo, [no hay problema]; en
caso contrario, cuando cumple el plazo, lo matan. Solamente los hijos de las
familias importantes pueden acceder al puesto de Kan y, aunque no tiene ningún
poder real, es adorado y venerado cuando aparece ante la gente. Sin embargo,
nadie accede a su presencia excepto un pequeño número de personas como el rey y
los de su rango [...]. Y no se nombra Kan a nadie que no sea fiel al judaísmo».
Otras
fuentes árabes corroboran la existencia de un poder dual en Jazaría. Se trataba
de un régimen eficaz que mantenía una mística alrededor del Gran Kan y
utilizaba al príncipe de mayor talento y capacidad como el Bey, que actuaba
como un virrey militar. El halo de santidad que acompañaba al Kan no le impedía
mantener un harén de 25 mujeres y 60 concubinas, aunque esto no se puede
considerar necesariamente como una devota muestra de emulación del bíblico rey
Salomón.
La
sede de los gobernantes estaba en la capital Itil, junto al estuario del Volga
en el mar Caspio. Desafortunadamente parece que el cambio del curso de los
grandes afluentes del río y la subida del nivel del mar inundó la ciudad, cuya
localización exacta permanece desconocida. Si el reino mantuvo un archivo
documental, se perdió, y los investigadores tienen que apoyarse principalmente
en fuentes externas. Itil fue mayormente una ciudad de tiendas de campaña y
casas de madera, y solamente la residencia de los gobernantes estaba construida
con ladrillos. LA DESCRIPCIÓN DE IBN-FADLAN PROPORCIONA ALGUNOS DETALLES:
«Al-Khazar es el nombre de una región (y de un clima), y su capital se
llama Itil. Itil es el nombre del río que corre por al-Khazar desde las tierras
de rusos y búlgaros. Itil es una ciudad y al-Khazar es el nombre del reino, no
de la ciudad. Itil tiene dos partes [...]. El rey reside en la parte
occidental, de una parasanga de extensión, rodeado por un muro irregularmente
construído. Sus casas están hechas de pieles excepto unas pocas hechas de
barro. Hay mercados y baños públicos».
Los
habitantes ya no eran pastores nómadas como sus antepasados, pero la población
todavía migraba cada primavera a las zonas rurales para cultivar el suelo, y
pasaban el duro invierno en la capital donde el clima era más templado por su
proximidad al mar. AL-ISTAKHRI SEÑALÓ:
«En verano marchan a los campos a 20 leguas, para sembrar y recolectar.
Ya que unos están cerca del río y otros de la pradera, llevan [los productos]
en carretas y por el río. Su alimento principal es el arroz y el pescado. La
miel y la cebada que envían fuera del país les llega a ellos de la región de
los rusos y búlgaros».
Al-Istakhri también describe otra ciudad: «Los Jázaros tienen una ciudad
llamada Samandar [...]. Tiene muchos jardines, y se dice que contiene unos
cuatro mil viñedos que llegan hasta la frontera serir. La mayor parte de su
producción son uvas». Se sabe que ésta fue la capital Jázara antes de que los
gobernantes se trasladaran a Itil, y que la pesca era un importante medio de
vida para la población.
Sabemos que los Jázaros eran típicos recolectores de arroz y
consumidores regulares de pescado y vino, aunque el grueso de los ingresos del
reino procedía de los peajes. Jazaría se levantaba sobre la Ruta de la Seda, y
también dominaba los ríos Volga y Don, que eran importantes rutas de
transporte. Otra fuente más de ingresos eran los pesados tributos impuestos
sobre las numerosas tribus a las que gobernaba el reino. Los Jázaros fueron
conocidos por su floreciente comercio, especialmente de pieles y esclavos, y su
creciente riqueza les permitía mantener una fuerza militar poderosa y bien
entrenada que dominaba todo el Sur de Rusia y lo que actualmente es el Este de
Ucrania.
Hasta aquí, las descripciones de los cronistas
árabes coinciden e incluso están de acuerdo con el testimonio de la carta del
rey José.
Sin embargo, el tema de la lengua Jázara permanece
oscuro. Sin duda la gran mezcla de tribus y poblaciones llevaba a la existencia
de varias lenguas y dialectos, pero ¿cuál era la lengua de la élite Jázara en
el poder? Al-Istakhri, siguiendo a Al-Bakri, escribió: «El lenguaje de los Jázaros
es diferente al de los turcos y persas y no se parece al lenguaje de ninguna
otra nación» [3]. No obstante, la
mayoría de los investigadores suponen que el lenguaje Jázaro consistía en
dialectos huno-búlgaros junto a otros de la familia túrquica.
[3] Algunos testimonios sugieren que su
lenguaje se parecía al antiguo búlgaro.
Sin embargo,
de lo que no hay duda es de que el hebreo era la lengua sagrada Jázara y el
lenguaje que se utilizaba en las comunicaciones escritas. LOS POCOS
DOCUMENTOS JÁZAROS EXISTENTES LO INDICAN, Y EL ESCRITOR ÁRABE AL-NADIM, QUE
VIVÍA EN BAGDAD EN EL SIGLO X, LO CONFIRMA:
«En cuanto a los turcos y los Jázaros [...] no
tienen un alfabeto propio, y los Jázaros escriben en hebreo». Se han encontrado
inscripciones en Crimea que están en una lengua no semítica que utiliza
caracteres hebreos; dos de esos caracteres (shin y tzadik) finalmente entraron
en el alfabeto cirílico, presumiblemente en el transcurso del primer dominio Jázaro
sobre los rusos.
¿POR QUÉ EL REINO JÁZARO NO
ADOPTÓ LA LENGUA GRIEGA O ÁRABE PARA USO RELIGIOSO Y PARA LAS COMUNICACIONES A
ALTO NIVEL?
¿POR QUÉ LOS JÁZAROS SE
CONVIRTIERON EN JUDÍOS, CUANDO TODOS SUS VECINOS SE CONVIRTIERON EN MASA, O
BIEN AL CRISTIANISMO, O BIEN AL ISLAM?
Y OTRA PREGUNTA MÁS ¿CUÁNDO EMPEZÓ LA ASOMBROSA PROSELITIZACIÓN COLECTIVA?
LOS JÁZAROS Y EL JUDAÍSMO: ¿UNA LARGA RELACIÓN AMOROSA?
Uno
de los pocos testimonios Jázaros que han sobrevivido es el importante documento
que los investigadores conocen como el Documento de Cambridge, cuya
autenticidad está menos cuestionada que la carta del rey José. Ese manuscrito
hebreo, escrito por un judío Jázaro de la corte del rey José, fue encontrado en
la famosa genizah de El Cairo, publicado en 1912, y desde entonces ha
permanecido en la biblioteca de la Universidad de Cambridge. Se sabe poco sobre
el autor o el destinatario, pero parece haber sido escrito en el siglo X d.C. y
podría haber sido otra respuesta a la petición de Hasdai.
El texto está fragmentado y muchas palabras se
han perdido, pero todavía es una rica fuente de información. DESPUÉS DE UNAS
CUANTAS LÍNEAS PERDIDAS, LA CARTA DICE LO SIGUIENTE:
«Armenia y nuestros antepasados huyeron de ellos [...] [porque no
podían] soportar el yugo de los adoradores de ídolos. Y [los príncipes de Jazaría]
los recibieron [porque los hombres de] Jazaría estaban al principio sin la
Torá. Y [ellos también] permanecían sin la Torá y las Escrituras y se casaron
con los habitantes de la tierra. Y aprendieron sus hazañas y marcharon con
ellos [a la guerra continuamente]. Y se convirtieron en pueblo. Solamente
confiaron en el pacto de la circuncisión. Y [algunos de ellos] observaban el
Sabbath. Y no había rey en la tierra de Jazaría. Solamente a aquel que obtenía
victorias en la batalla lo nombrarían como general del ejército. [Sucedió] que,
en un momento en el que los judíos marcharon a la batalla con ellos como era su
costumbre, un judío se demostró poderoso con su espada y puso en fuga a los
enemigos que venían contra Jazaría. Entonces el pueblo de Jazaría lo nombró
sobre ellos como el general del ejército de acuerdo con sus antiguas
costumbres».
El
documento también describe un encuentro tripartito de resolución de un problema
entre un musulmán, un cristiano y un judío, esencialmente similar a la
descripción de la carta del rey José, y que concluía, desde luego, con la
apropiada decisión a favor del judaísmo.
Parece que ese modelo histórico-literario fue muy popular en ese
período: las primeras crónicas rusas describen la conversión de Vladimir I de
Kiev al cristianismo casi de la misma manera, aunque naturalmente con un
resultado diferente. Un escritor árabe contemporáneo también describió la
judaización del rey de Jazaría tras un intenso debate teológico, excepto que en
ese texto el erudito judío contrató a un asesino para envenenar al erudito
musulmán antes de la confrontación decisiva, y así «EL JUDÍO LLEVÓ AL REY
HACIA SU RELIGIÓN Y LO CONVIRTIÓ».
El
resto del así llamado Documento de Cambridge, como su comienzo, sugiere una
interesante hipótesis referente a la judaización de los Jázaros:
«Israel, junto a los hombres de Jazaría, regresó en perfecto
arrepentimiento. Pero también los judíos empezaron a llegar desde Bagdad, desde
Khorasan y desde la tierra de Grecia y estrecharon las manos de los hombres de
la tierra, y se estimularon en la alianza del Padre de la Multitud [Abraham]. Y
los hombres de la tierra nombraron de entre ellos a uno de los hombres sabios
como juez. Y pusieron su nombre en la lengua de Jazaría, Kan. Por ello, los
jueces que surgieron después de él son llamados por el nombre de Kan hasta
nuestros días. En cuanto al gran príncipe de Jazaría, cambiaron su nombre por
el de Sabriel y así lo nombraron su rey».
Puede ser que este Sabriel fuera el nombre que tras su conversión adoptó
el rey Bulan, mencionado en la carta de José, que este relato fuera poco fiable
y las dramáticas descripciones de la judaización meras fábulas y sermones. Sin
embargo, los relatos sobre la inmigración como el catalizador del proceso de
proselitización parecen mucho más relevantes para entender la historia Jázara.
La llegada de creyentes judíos de Armenia, del actual Iraq, desde Khorasan (que
comprendía partes de lo que son en la actualidad Irán, Turkmenistán, Uzbekistán,
Tajikistán, Afganistán y Pakistán) y de Bizancio, bien pueden haber provocado
la conversión al judaísmo de ese extraño reino. A las tierras del paganismo
llegaron judíos proselitizados desde los escenarios de monoteísmos rivales, el
cristianismo o el islam. Como en otras regiones que sufrieron una masiva
judaización, en Jazaría empezó igualmente con inmigrantes que convencieron a
los paganos de que su fe era preferible. La gran campaña de proselitización de
masas que empezó en el siglo II a.C., con el ascenso del reino asmoneo, alcanzó
su clímax en Jazaría en el siglo VIII d.C.
El
testimonio hebreo-Jázaro sobre la inmigración judía encuentra respaldo en la
literatura árabe. EL CRONISTA ÁRABE AL-MAS’DI ESCRIBIÓ:
«En cuanto a los judíos, ellos son el rey y su corte, y los Jázaros son
su pueblo. La judaización del rey de los Jázaros se produjo en el califato de
Harun al-Rashid. Muchos judíos que habían oído hablar de él se unieron a él
desde todas las ciudades musulmanas y desde Bizancio. La razón era que el rey
bizantino de nuestro tiempo, el año 332 [944 d.C.], Armanus [Romano]
cristianizó por la fuerza a los judíos de su reino [...] con lo cual muchos
judíos huyeron de Bizancio a la tierra de los Jázaros».
El
califa abasí Harun al-Rashid vivió entre los años 763 y 809 d.C. El supuesto
Emperador bizantino Romano reinó en la primera mitad del siglo X. Este pasaje
sugiere que la relación entre el reino Jázaro y el judaísmo se desarrolló por
etapas y que la primera fue en el siglo VIII d.C. Hemos visto que en ese siglo
los ejércitos Jázaros invadieron Armenia e incluso alcanzaron la ciudad de
Mosul en al actual Kurdistán. En esas regiones todavía había comunidades judías
—gentes que permanecían desde el antiguo reino de Adiabene— que habían
penetrado profundamente en Armenia. Quizá fue en ese encuentro cuando los Jázaros
se encontraron por primera vez con la religión de Yahvé, y algunos creyentes
judíos acompañaron al ejército en su regreso a Jazaría. También se sabe que en
las orillas septentrionales del mar Negro, especialmente en Crimea, vivían
judíos proselitizados con nombres griegos [4].
Más tarde algunos huyeron de las despiadadas persecuciones de los Emperadores
bizantinos.
[4] Otra teoría sugiere que los judíos
llegaron a Jazaría desde Khorasan, al Este del mar Caspio.
Yehudah ha-Levi señaló en el Kuzari que los Jázaros se convirtieron en
el 740 d.C., pero la fecha puede no ser correcta. Un documento cristiano
escrito alrededor del año 864 d.C. en la distante Francia afirmaba que «todos
los gazari obedecen los preceptos del judaísmo». En alguna etapa entre mediados
de los siglos VIII y IX los Jázaros adoptaron el monoteísmo judío como su
particular fe y rito. También es razonable suponer que no fue un milagroso acto
único sino un proceso largo. Incluso la cuestionable carta del rey José
describe que la conversión se produjo por etapas: el rey Bulan fue convencido
por la lógica de la Ley de Moisés y se convirtió en judío, pero solamente el
rey Abdías, su nieto o biznieto, «reformó el reino y estableció la ley en su
lugar adecuado», construyó sinagogas y seminarios y adoptó la Mishná y el
Talmud. También se dice que invitó a los sabios judíos de muy lejos para
reforzar la verdadera fe ente sus súbditos.
En
el siglo XIX los investigadores dudaban sobre la conversión del reino Jázaro:
actualmente no se pone en duda. La propagación del monoteísmo alcanzó el
Cáucaso y las estepas del Volga y del Don —el actual Sur de Rusia— y convenció
a gobernantes y a élites tribales para que creyeran en las muchas ventajas de
una divinidad única.
PERO LA CUESTIÓN SIGUE EN PIE ¿POR QUÉ OPTÓ JAZARÍA POR EL JUDAÍSMO EN VEZ DE POR
ALGUNA DE LAS OTRAS RELIGIONES MONOTEÍSTAS, CON SUS REQUERIMIENTOS MENOS
ONEROSOS?
Si dejamos de lado el mágico sermón incluido en
la carta del rey José, el Documento de Cambridge y el libro de Yehudah Halevi,
nos quedamos con la misma explicación que se aplicaba a la conversión Himyar.
El deseo de permanecer independientes frente a imperios poderosos y codiciosos
—en este caso el Imperio bizantino ortodoxo y el califato abasí musulmán— llevó
a los gobernantes de Jazaría a adoptar el judaísmo como un arma defensiva
ideológica. Si los Jázaros hubieran adoptado el islam, por ejemplo, se hubieran
convertido en súbditos del califa. Si hubieran permanecido paganos, hubieran
sido marcados para la aniquilación por los musulmanes, que no toleraban la
idolatría. El cristianismo evidentemente los hubiera subordinado por mucho
tiempo al Imperio oriental. La lenta y gradual transición del antiguo
chamanismo de la región al monoteísmo judío probablemente también contribuyó a
la consolidación y centralización del reino Jázaro.
Uno
de los más destacados recopiladores de material sobre los Jázaros fue un ruso
caraíta llamado Abram Firkovich. Ese incansable investigador también era un
gran devoto; ansioso por crear la impresión de que Jazaría se había convertido
no al judaísmo rabínico sino al caraísmo, añadió y borró material en varios
documentos, libros sagrados e inscripciones de tumbas. Así, a pesar de su
valioso trabajo de conservación, dañó muchas fuentes y creó una generalizada
falta de confianza. Finalmente, sus falsificaciones fueron descubiertas por
otros investigadores (principalmente por el importante historiador Abraham
Eliyahu Harkavy), y una investigación más detallada reveló que el judaísmo Jázaro
no era caraíta en absoluto.
Es
bastante posible que el caraísmo, no menos que el judaísmo del Talmud, se
propagara por las regiones de Jazaría, especialmente por Crimea, pero la
práctica judía en el reino era rabínica en mayor o menor grado. La
consolidación histórica del caraísmo llegó demasiado tarde como para haber sido
el primer catalizador que dio lugar a la judaización de los Jázaros, y no hay
ninguna razón para suponer que continuó hasta capturar a todos ellos. Además,
en el momento de la conversión Jázara, todavía eran excepcionales las copias
del Talmud, lo que permitió que muchos prosélitos adoptaran ritos antiguos e
incluso sacrificios sacerdotales. Restos de un cuerpo encontrado en una cueva
funeraria en Fangoria en Crimea aparecieron vestidos con prendas de cuero del
estilo utilizado por los sirvientes del templo de Jerusalén, como se prescribe
con detalle en el Antiguo Testamento.
Pero
una de las maravillas del reino judío oriental, por la que todavía se le alaba,
era su pluralismo religioso heredado de su anterior chamanismo politeísta que
todavía era popular en la región. COMO ESCRIBIÓ AL-MAS’UDI:
«Las leyes de la capital Jázara decretan
siete jueces: dos para los musulmanes, dos para juzgar según la Torá para los Jázaros,
dos que actúan de acuerdo con los Evangelios para los cristianos que hay entre
ellos y uno para los saqaliba (búlgaros) y rusos y para otros idólatras».
Es
casi seguro que el poder Jázaro protegía a los judíos, musulmanes, cristianos y
paganos, y que las sinagogas, mezquitas e iglesias existieron unas al lado de
las otras en las ciudades. Ibn Hawqal, escribiendo en los años 976-977 d.C., lo
confirmaba en su descripción de Samandar: «Hay musulmanes viviendo allí que
tienen mezquitas, y los cristianos tienen iglesias y los judíos sinagogas». YAQUT
AL-HAMAWI, RECURRIENDO A IBN-FADLAN, ESCRIBIÓ:
«Los musulmanes tienen en esta ciudad [Itil] una gran mezquita donde
rezan y a la que acuden los viernes. Tenía un alto minarete para llamar a la
oración y realizar diversos pregones. Cuando el rey de los Jázaros oyó en el
año 310 [922 d.C.] que los musulmanes habían destruído una sinagoga en Dal
al-Babunaj, ordenó que el minarete fuera derribado y así se hizo. Y condenó a
muerte a los pregoneros. Dijo: "Si no hubiera temido que destruyeran todas
las sinagogas en las tierras musulmanas, hubiera destruido esta
mezquita"».
La
solidaridad judía algunas veces se impuso sobre el principio de la tolerancia
religiosa, pero no acabó con ella, aunque, cuando los judíos fueron perseguidos
en el Imperio bizantino, durante el reinado del Emperador Romano, el rey José
respondió persiguiendo a los cristianos Jázaros. No obstante, los kanes
llevaron a la práctica una política similar a la del reino musulmán de
Al-Andalus, un modelo monoteísta suave, muy diferente a la de la civilización
cristiana contemporánea o a los valores «totalitarios» del reino asmoneo.
Musulmanes y cristianos sirvieron en los ejércitos del Kan, e incluso estaban
exentos de combatir cuando había compañeros de creencias en el otro bando.
El
Documento de Cambridge apoya la declaración encontrada en la carta del rey José
de que los Jázaros tenían nombres hebreos. La carta del rey José menciona
Hezekiah, Manasseh, Yitzhak, Zebulun, Menahem, Binyamin y Aharon. El manuscrito
menciona a reyes de nombres Binyamin y Aharon, que refuerzan la corrección de
la carta del rey, por lo menos parcialmente.
El
autor del manuscrito también escribe: «Ahora en nuestra tierra dicen que
nuestros antepasados vinieron de la tribu de Simeón, pero no podemos probar la
verdad de esa afirmación» [5]. Los
prosélitos siempre se han esforzado por encontrar algún vínculo genealógico
directo con los patriarcas de la mitología bíblica, y esa tendencia afectó a
muchos de los Jázaros que querían creer que ellos descendían de las tribus
israelitas. La conciencia religiosa se volvió más decisiva en la siguiente
generación, y con el tiempo superó a las anteriores identidades tribales
asociadas con la idolatría. Los cultos paganos se convirtieron en abominables a
los ojos de los orgullosos nuevos monoteístas y todavía más para sus vástagos y
su imaginaria identidad. Por ello el reino se vio a sí mismo más judío que Jázaro
y así se documentó en las épicas contemporáneas rusas: no era la tierra de los Jázaros
sino la tierra de los judíos —Zemlya Zhidovskaya— la que intimidó a los vecinos
eslavos.
[5] La leyenda de Eldad el Danita también
describe a los Jázaros como descendientes de las «10 tribus»: «La tribu de
Simeón y la mitad de la tribu de Manasés viven en la tierra de los caldeos a
seis meses de viaje, y son más numerosos que todas las demás y reciben tributos
de 25 reinos y de algunos de los saqueadores ismaelitas», ABRAHAM EPSTEIN
(ED.), ELDAD THE DANITE, PRESSBURG, 1891, P. 25.
El
deseo de una genealogía sagrada también dio origen a novedosos marcadores
culturales. En la carta del rey José la lista de reyes incluye a uno llamado
Hanukkah, y el Documento de Cambridge menciona a un comandante del ejército de
nombre Pessah. Esa original práctica de poner a la gente el nombre de fiestas
religiosas era desconocida en los tiempos bíblicos o en el reino asmoneo, y
tampoco se ha encontrado en el reino de Himyar y en sus descendientes, ni entre
los judíos del distante Norte de África. En tiempos posteriores, esos nombres
emigraron hacia Occidente llegando a Rusia, Polonia e incluso Alemania.
No
obstante, la pregunta permanece sin respuesta: ¿constituían los judíos la
mayoría de los creyentes monoteístas de toda Jazaría? Las fuentes son
contradictorias. Algunos de los escritores árabes afirman que los judíos Jázaros
eran una élite minoritaria que tenía el poder. Por ejemplo, Al-Istakhri afirma
que «la comunidad más pequeña son los judíos, mientras que la mayoría de los
habitantes son musulmanes y cristianos, pero el rey y su corte son judíos».
Otros dicen que todos los Jázaros eran judíos. Yaqut, basándose en Ibn-Fadlan,
la fuente más fiable del período, afirma: «Los Jázaros y su rey son todos
judíos». Igualmente, Al-Mas’udi afirmó: «En cuanto a los judíos, son el rey y
su corte y sus súbditos los Jázaros». Es bastante posible que el grueso de la
gran tribu Jázara se convirtiera en judía, mientras que otras tribus fueron
proselitizadas sólo parcialmente, y muchos se convirtieran en musulmanes,
cristianos o permanecieran siendo paganos.
¿QUÉ TAMAÑO TENÍA LA
COMUNIDAD DE JÁZAROS PROSELITIZADOS?
La investigación realizada no ha llegado a
ninguna cifra. Una gran dificultad de la Historia es que nunca sabemos
demasiado acerca de las creencias espirituales del pueblo llano. La
historiografía judía más tradicional, así como una parte importante de los
estudios soviéticos sobre nacionalidades, ha resaltado que sólo el monarca y la
alta nobleza se convirtieron en judíos, mientras que las masas Jázaras eran
paganas o adoptaron el islam. No hay que olvidar que en los siglos VIII, IX y X
d.C. no todos los campesinos europeos se habían convertido en cristianos, y que
la fe era bastante tenue entre los escalones más bajos de la jerarquía social
medieval. Por otra parte, se sabe que, en los tiempos de las primeras
religiones monoteístas, los esclavos eran casi siempre obligados a adoptar la
fe de sus amos. Los ricos Jázaros que poseían muchos esclavos no eran
diferentes (como claramente expone la carta del rey José). Las inscripciones
grabadas en muchas lápidas de la antigua Jazaría indican una propagación del judaísmo,
aunque a menudo con evidentes desviaciones sincréticas.
El
reino Jázaro permaneció siendo judío durante demasiado tiempo —los cálculos
oscilan entre 200 y 400 años— como para no justificar la suposición de que la
práctica y la fe se filtrara a estratos más amplios. Aunque era probable que no
fuera el puro y detallado judaísmo halajaico, por lo menos algunos de los
mandamientos y rituales deben de haber alcanzado a amplias congregaciones; de
otra forma, la religión judía no hubiera atraído tanta atención, así como un
buen grado de emulación, por toda la región. Se sabe que la proselitización
también se produjo entre los alanos, que hablaban dialectos iraníes y que
vivían bajo la égida Jázara en las montañas del Norte del Cáucaso. El Documento
de Cambridge contiene la afirmación de que, en una de las muchas guerras de los
Jázaros contra sus vecinos, «solamente el rey de los alanos apoyaba a Jazaría.
Porque algunos de ellos observaban la Torá de los judíos» [6].
[6] A finales del siglo XII de nuestra Era, el
«eterno viajero» Benjamín de Tudela mencionó una comunidad judía en el país de
los alanos.
Lo
mismo sucedía con la gran tribu kabar, que salió de Jazaría y se unió a los
magiares en su emigración hacia Occidente. Antes de su emigración a Europa
Central los magiares, que están entre los antepasados del actual pueblo
húngaro, estaban subordinados al reino Jázaro. Los kabar, que habían sido parte
de la población Jázara, por alguna razón se rebelaron contra el Kan, se unieron
a los magiares y abandonaron Jazaría con ellos. Se sabe que entre ellos había
muchos prosélitos, y su presencia en la formación del reino húngaro y en el
ascenso de la comunidad judía en él puede no carecer de importancia.
Además de la carta del rey José y del extenso Documento de Cambridge,
hay otro documento Jázaro que fue encontrado en la genizah de El Cairo y
trasladado a la misma universidad británica. Inédito hasta 1962, el documento
da testimonio de la propagación del judaísmo en las regiones eslavas de Jazaría.
Se trata de una carta en hebreo enviada desde Kiev, alrededor del año 930 d.C.,
en la que se pide ayuda para un judío local de nombre Yaakóv ben-Hanukkah, que
ha perdido todas sus propiedades. Los firmantes de la carta son nombres
típicamente hebreos, así como Jázaro-túrquicos, y juntos afirman representar a
la «congregación de Kiyov». La carta también lleva una anotación en caracteres
turcos que dice: «Leída». Ese documento muestra casi con total seguridad la
temprana presencia de prosélitos Jázaros en la ciudad que pronto se convertiría
en la primera capital del reino ruso. Incluso es posible que sus fundadores
fueran los antepasados de esos judíos, ya que el nombre de Kiev se deriva de un
dialecto túrquico. Debe de haber habido alguna razón para que una amplia
entrada de la antigua muralla de la ciudad se conociera como la Puerta de los
Judíos, y que condujera a un barrio llamado judío y a otro llamado Jázaro.
Otra
temprana fuente que avala la conversión colectiva de los Jázaros es una fuente
caraíta. Alrededor del año 973 d.C., Yaakóv Qirqisani, un cultivado viajero que
estaba bastante familiarizado con las regiones alrededor de Jazaría, escribió
un comentario en arameo sobre el verso «YHWH agrandará a Jafet» Bereshit/Génesis 9: 27 «Esto es lo que
significan las palabras: él habitará en las tiendas de Sem, que le conceden
favor y ventaja. Y algunos comentaristas piensan que esto se refiere a los Jázaros
que se convirtieron en judíos» [7].
[7] El caraíta Yefet ben-Ali, que vivió en Basora
a finales del siglo X, también menciona al rey de los Jázaros.
Este
testimonio caraíta no es el único que confirma que la judaización no fue
simplemente una fantasía «oriental» de eruditos árabes. Además de la solicitud
de Hasdai ibn-Shaprut y de las declaraciones de Rabad, en el siglo X el gran
rabino Saadia Gaon, quien vivió en Bagdad durante varios años, también escribió
sobre los Jázaros. En el capítulo anterior vimos que lamentaba la islamización
de los judíos en la Tierra Sagrada. ¿Se alegró de la judaización de todo un
reino para compensar? Podría haber tenido sus dudas acerca de esos nuevos
judíos que aparecían muy al Norte de Babilonia, acerca de esos creyentes de la
Ley de Moisés que también eran rudos guerreros, que montaban caballos, que
periódicamente ejecutaban a sus propios reyes y que eran activos mercaderes de
esclavos. La preocupación de que esos salvajes judíos no aceptaran toda la
carga de la Torá y todos los preceptos del Talmud bien pudo consternar al
oponente más severo de los caraítas. En sus escritos, se refiere a la
judaización de los Jázaros como un hecho natural, mencionaba una vez al Kan y
también describía a un judío llamado Yitzhak bar-Abraham que viajó a tierra de
los Jázaros y se estableció allí.
Más
tarde, en algún momento a principios del siglo XII, el rabino Petaquias de Regensburg
(Ratisbona) marchó de viaje desde su ciudad en Alemania a Bagdad. Por el camino
atravesó Kiev, la península de Crimea y otras regiones que habían sido parte de
Jazaría, que ya había declinado y disminuído. SUS IMPRESIONES DEL VIAJE,
REALMENTE ESCRITAS POR SU DISCÍPULO, ERAN LAS SIGUIENTES:
«En la tierra de Jazaría es costumbre que las mujeres lloren y lamenten
a sus fallecidos padres durante todo el día y la noche [...]. No hay judíos en
Kedar; hay herejes, y el rabino Petaquias les preguntó: "¿Por qué no
creéis en las palabras de los sabios?". Ellos replicaron: "Porque
nuestros padres no nos las enseñaron". Las vísperas del Sabbath cortaban
todo el pan que se comería en el Sabbath y comían en la oscuridad, y pasaban
todo el día sentados en un sitio, y no rezan, sino que cantan los Salmos.
Cuando el rabino Petaquias les enseñó a ellos nuestra oración y la bendición de
la comida, les gustó, y dijeron: "No hemos oído hablar del Talmud"».
Esta
descripción fortalece la suposición de que el caraísmo estaba extendido por
toda la región o, alternativamente, que había un indefinido sincretismo judío
en las estepas. SIN EMBARGO, MÁS TARDE, CUANDO PETAQUIAS LLEGÓ A BAGDAD,
HIZO UN RELATO DIFERENTE:
«Los siete reyes de Mesec fueron visitados por un ángel que les dijo en
un sueño que abandonaran sus religiones y leyes y siguieran la ley de Moisés
ben-Amram o su país sería destruído. Se demoraron en hacerlo hasta que el ángel
empezó a devastar su tierra, y todos los reyes de Mesec y su pueblo se
convirtieron al judaísmo, y pidieron al jefe de un seminario que les enviara a
estudiantes de la Torá, y allí marcharon estudiantes pobres para enseñarles a
ellos y a sus hijos la Torá y el Talmud de Babilonia. Los estudiantes vinieron
de Egipto para enseñarles. Él vio a los emisarios y aquellos que fueron a la
tumba de Ezequiel oyeron sobre los milagros y que las peticiones de los fieles
fueron respondidas».
¿FUERON ÉSTAS LAS ÚLTIMAS
EXCLAMACIONES DE UN REINO JUDÍO CADA VEZ MÁS REDUCIDO? ¿EL DESESPERADO
AFERRAMIENTO A UNA FE QUE PERMANECIÓ DESPUÉS DE LA ANTERIOR GLORIA REAL? SABEMOS
DEMASIADO POCO SOBRE LA SITUACIÓN EN JAZARÍA EN EL SIGLO XII COMO PARA
AVENTURAR UNA OPINIÓN.
¿CUÁNDO SE DESMORONÓ EL GRAN
IMPERIO JÁZARO?
En el pasado se suponía que fue en la segunda
mitad del siglo X. El principado de Kiev del que surgió el primer reino ruso
fue durante muchos años vasallo de los gobernantes de Jazaría. El principado se
volvió más fuerte en el siglo X, alcanzó una alianza con el Imperio romano de
Oriente y atacó a sus poderosos vecinos Jázaros. En el año 965 (o 969),
Sviatoslav I, el príncipe gobernante de Kiev, atacó la ciudad Jázara de Sarkel
que controlaba el río Don y se apoderó de ella. Sarkel era una ciudad
fortificada, construída originalmente por ingenieros bizantinos, de importante
valor estratégico para el Imperio judío, y su pérdida marcó el comienzo del
declive del Imperio. Sin embargo, en contra de la opinión prevaleciente ése no
fue el fin de Jazaría.
Los informes sobre la suerte de la capital Itil
en esa guerra son contradictorios. Algunas fuentes árabes afirman que fue
destruída; otras afirman que sobrevivió a la victoria rusa. Ya que estaba
formada principalmente por cabañas y tiendas, quizá pudo ser reconstruída. Sin
embargo, lo que es cierto es que en la segunda mitad del siglo X Jazaría perdió
su posición hegemónica en la región. El príncipe Vladimir I de Kiev, el joven
hijo de Sviatoslav, extendió las fronteras de su principado hasta Crimea y,
dando un paso importante para el futuro de Rusia, se convirtió al cristianismo.
Su alianza con el Imperio romano de Oriente socavó su larga conexión con Jazaría,
y en 1016 una fuerza conjunta ruso-bizantina atacó y derrotó al reino judío.
A partir de entonces la Iglesia rusa fue
encabezada por el patriarca de Constantinopla, aunque esa sagrada alianza no
duró mucho. En 1071 los selyúcidas, tribus en ascenso de origen túrquico,
derrotaron a las considerables fuerzas del Imperio, y finalmente el reino ruso
de Kiev también cayó. Poco se sabe de la situación de Jazaría a finales del
siglo XI. Hay algunas menciones de guerreros Jázaros luchando en los ejércitos
de otras potencias, pero casi no hay información sobre el propio reino. Los
asaltos selyúcidas sobre el califato abasí en Bagdad, que empezaron hacia la
misma época, pusieron fin a su floreciente renacimiento intelectual, y la
mayoría de las crónicas árabes cayeron en el silencio por mucho tiempo.
A lo largo de la Historia los Imperios han
surgido y han caído, pero las religiones monoteístas eran mucho más duraderas y
estables. Desde el declive de las sociedades tribales hasta los tiempos
modernos, la identidad religiosa fue más importante para la gente que las
superficiales relaciones con Imperios, reinos o principados. En el transcurso
de su triunfante historia, la cristiandad sobrevivió a muchos regímenes
políticos, y lo mismo hizo el islam. Entonces, ¿por qué no lo iba a hacer el
judaísmo? Sobrevivió a la caída del reino asmoneo, al colapso de Adiabene e
Himyar y a la heroica derrota de Dihya al-Kahina. También sobrevivió al último
Imperio judío que se extendía desde el Caspio al mar Negro.
El declive del poder político de Jazaría no
provocó el colapso del judaísmo en sus principales ciudades, o en regiones que
se adentraban profundamente en territorios eslavos. La constante presencia
judía en ellas está documentada. El hecho de que los judíos conservaran su fe
en las montañas, las estepas, en los valles y en la península de Crimea está
avalado no sólo por Petaquias; también los testimonios cristianos revelan que
los seguidores de la ley de Moisés existían en diversos lugares.
Pero, si las guerras internas en las extensas
praderas entre el mar Caspio, el mar Negro y las montañas del Cáucaso no
aniquilaron poblaciones y religiones, la torrencial invasión mongola —dirigida
por Gengis Kan y sus hijos a principios el siglo XIII— arrasó con todo lo que
se encontró en su camino, y destrozó las morfologías políticas, culturales e
incluso económicas de toda Asia occidental y Europa oriental. Surgieron algunos
nuevos reinos bajo la égida de la «Horda de Oro», aparentemente incluyendo a un
pequeño reino Jázaro, pero los mongoles no entendían las necesidades del
cultivo de la tierra en los grandes territorios de los que se habían adueñado,
y no cuidaron lo suficiente las necesidades agrícolas de las poblaciones
sometidas.
Durante la conquista, los sistemas de riego que
se articulaban desde los grandes ríos —sistemas que habían sostenido el cultivo
del arroz y los viñedos— fueron demolidos, provocando la huida de masas de
gente y la despoblación de las praderas durante cientos de años. Entre los
emigrantes había muchos judíos Jázaros quienes, junto a sus vecinos, avanzaron
hacia la parte occidental de Ucrania y de ahí a los territorios polacos y
lituanos. Solamente los Jázaros de las montañas del Cáucaso consiguieron, en
cierta medida, mantenerse en su tierra, donde la agricultura se basaba
principalmente en las precipitaciones naturales.
Durante la Edad Media, los mongoles del este y
los rusos del norte expulsaron a los Jázaros al oeste de sus antiguas tierras.
La mayoría de ellos se establecieron en Europa del Este, especialmente en
Polonia, donde establecieron grandes comunidades de artesanos, comerciantes y
comerciantes.
Después de la primera mitad del siglo XIII
misteriosamente no hay más menciones de Jazaría, para los demás países el reino
de Jazaría se hundió en el olvido histórico.
De la misma manera en unos pocos siglos, la
gente de Khazaria se convenció de que no eran gentiles convertidos al judaísmo,
sino que se creyeron así mismo como los descendientes físicos de Abraham. En el
siglo XX de nuestra era una nación de judíos convertidos prosperó en lo que hoy
es Rusia central.
Actualmente el judaísmo se divide en varios
grupos étnicos, siendo los mayoritarios y más relevantes dos grupos, los
Ashkenazi, que serían en su gran mayoría descendientes de los jázaros de Europa
del Este y los sefardíes, que son judíos de Turquía, España y las tierras que
bordean el Mediterráneo.
SHALOM
A TODOS
ATENTAMENTE
RICARDO ANDRES PARRA RUBI
MALKIYEL
BEN ABRAHAM
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